el futuro será prehistórico galería manolo eirin

20/06/2025 - 20/09/2025

pablo maojo, tuset, peter kramer, vari caramés, manolo eirin

¿Qué pasaría si en lugar de correr hacia el futuro nos detuviéramos a escuchar el crujido de la materia, el susurro de los pigmentos, la voz antigua de la madera, el gemido del papel al ser rasgado? ¿Y si el futuro no fuese una promesa brillante, sino una raíz profunda que se hunde en la tierra húmeda del gesto ancestral?

El futuro será prehistórico no es una sentencia apocalíptica, sino una propuesta ética. Una llamada a ralentizar, a mirar desde lo táctil, a desconfiar de la transparencia engañosa del presente. En esta exposición reunimos las obras de cinco artistas cuyas prácticas no tienen prisa. Trabajan desde el cuerpo, desde lo manual, desde lo que requiere tiempo: el tiempo de secar, de coser, de tallar, de repetir, de oxidar.

El escultor asturiano Pablo Maojo (1961, Villaviciosa) talla maderas nobles hasta hacerlas respirar. Sus huecos no son ausencia, son arquitectura de la luz. Como si la escultura quisiera convertirse en aire, sus formas remiten a tótems perdidos o a maquinarias primitivas que sólo funcionan con la intuición. El color profundo de sus piezas, conseguido a través de vinagres de óxido y tintes naturales, parece surgir de la propia entraña del árbol.

Por otro lado el fotógrafo Vari Caramés (1953, Ferrol) camina por los bordes de la imagen. En sus fotografías no hay certezas, solo atmósferas. La serie Nadar, en blanco y negro, es un homenaje al instante que se desvanece. Cuerpos que flotan, luces que se diluyen, reflejos que se escapan. Las imágenes de 1986, tomadas en película, recuerdan que la fotografía también es una forma de tocar el tiempo con las manos.

Peter Kramer (1959, Roskilde) como profesor de filosofía es un artesano de la obsesión. Dibuja cifras, rostros, signos, hasta saturar la superficie. No busca decir, sino habitar el lenguaje. Sus esculturas de diccionarios tallados palabra por palabra, sus estructuras de nudos, forman mapas mentales donde el saber no se ordena, sino que se amontona como los restos de una civilización extinta. El conocimiento aquí no se lee, se esculpe.

En los procesos de Manolo Eirin (1967, Finisterre)  se trabaja con lo que ya fue. Sábanas, sacos, tejidos desgastados y materiales recogidos cerca, muy cerca. Los tiñe, los cubre de grafito, de cera, de vinagre. Luego los infla, los suspende, les da un cuerpo nuevo. Sus piezas cuelgan como órganos, como costales de memoria. Son esculturas de la espera. Pintura expandida que ya no cabe en el bastidor ni en el relato lineal del arte.

TUSET (1997, A Coruña) entierra. Mezcla mediante cosidos con lino, ante y cuero pinturas que han pasado un año bajo tierra. Lo que emerge es un mapa erosionado, una superficie fragmentada por el tiempo y la intemperie. Sus obras no se exponen, se revelan. Como ruinas de una ciudad que aún no ha sido construida. TUSET nos habla de urbanismo emocional, de arquitectura inconsciente, de un territorio que está más dentro que fuera.

Esta exposición no busca respuestas. Se resiste al artificio de lo claro. Reivindica el peso de lo invisible, la forma de lo inexacto. El futuro será prehistórico es una invitación a pensar desde la raíz, desde el tacto, desde lo que permanece. Quizás, solo quizás, el porvenir no sea una línea recta hacia lo nuevo, sino un círculo que regresa (sabia y lentamente) hacia lo esencial.


el futuro será prehistórico

el futuro será prehistórico


🌳 🪚 🌗 🕳️ 🧪

En las esculturas de Maojo, la madera, roble, cerezo, castaño, es despojada de su opacidad para volverse porosa, liviana, casi etérea. Los huecos que genera al tallar no son vacíos: son respiraciones, zonas de luz y sombra, zonas de tránsito visual que permiten que la materia respire. Maojo trabaja con vinagres de óxido y tintes naturales como el rojo solintor, lo que añade un componente alquímico a su práctica. El resultado es una escultura que recuerda tanto a artefactos rituales como a estructuras arquitectónicas arcaicas. Su obra se inscribe en una tradición de artistas que han devuelto dignidad simbólica a los materiales orgánicos, desde Eduardo Chillida hasta David Nash, pasando por la espiritualidad contenida en la escultura de Joseph Beuys. Pero a diferencia de estos, Pablo trabaja en una escala íntima, donde el objeto parece contener una memoria geológica.

📸 🌊 🌫️ 🖤 👁️

El trabajo de Caramés opera desde lo incapturable. En su serie “Nadar”, el agua se convierte en materia fotográfica: sombra, reflejo, distorsión. El blanco y negro, lejos de neutralizar la imagen, acentúa su ambigüedad. Las figuras nadan, flotan o desaparecen, suspendidas entre la luz del sol y la densidad del agua. Junto a esta serie, presenta imágenes tempranas de 1986, tomadas en película de gelatina de plata, donde lo cotidiano se vuelve enigmático gracias a su mirada fugaz y lírica. Vari es heredero de una sensibilidad poética que podríamos emparentar con Robert Frank o Saul Leiter, pero con una forma de mirar más próxima a lo espiritual. Sus fotografías no documentan: evocan. En esta exposición, funcionan como recuerdos de un mundo que nunca existió, pero que sin embargo sentimos como profundamente nuestro.

📚 🪢 🔁 🧠 📝

Obsesivo, meticuloso, casi monástico, Kramer nos sumerge en un universo de repeticiones gráficas y esculturales. Sus dibujos sobre papel kraft encolado con cola de conejo remiten tanto a códices antiguos como a pieles curtidas. En ellos, cifras, rostros y signos se repiten cientos de veces, generando un ritmo visual abrumador. A ello se suman sus esculturas de diccionarios intervenidos palabra por palabra hasta convertirse en estructuras en forma de huevo: símbolo del origen, del conocimiento contenido y del potencial por eclosionar. En otra serie, Peter utiliza nudos de algodón, técnica ancestral con la que construye piezas de tensión estructural y sensibilidad táctil. Su trabajo recuerda al de Hanne Darboven por su componente obsesivo y a Eva Hesse por la materia blanda y el gesto íntimo. Es una obra que obliga al espectador a detenerse, a mirar de cerca, a habitar el tiempo del trabajo manual.

🪶 🪨 🕯️ 🌾 ⚖️

En las piezas de Eirin, la memoria de los materiales se vuelve protagonista. Utiliza sábanas, sacos, lino, tejidos cargados de biografía, que interviene con polvo de grafito, tintes naturales, cera de abeja y vinagre de óxido. Posteriormente los rellena con espuma de poliestireno, generando volúmenes que cuelgan como pesos muertos o relicarios corporales. Manolo explora el límite entre pintura, escultura y objeto encontrado. En sus obras hay una resonancia con las prácticas de Antoni Tàpies por su uso de materiales pobres, y con el trabajo de Doris Salcedo, en cuanto a la carga simbólica del textil como cuerpo y contenedor de memoria. Sus piezas son presencias suspendidas que condensan tiempo, fragilidad y resistencia.

🌍 🪵 🧵 ⏳ 🧩

TUSET presenta una de las series más rotundas y enigmáticas de la muestra. Lienzos enterrados durante un año bajo tierra son cosidos con cuero, lino y ante, permitiendo que el tiempo y la tierra los transformen. Una vez desenterrados, se vuelven cartografías abstractas, casi mapas de una civilización desconocida. Las formas se expanden más allá del lienzo, invadiendo el espacio expositivo como si buscaran nuevos caminos. Su trabajo se sitúa entre el informalismo matérico y una suerte de urbanismo especulativo. Hay ecos de Anselm Kiefer, tanto en lo táctil como en lo simbólico, y también de prácticas más recientes como las de María Magdalena Campos-Pons o Leonor Antunes, que indagan en el cuerpo, la historia y la arquitectura a través de lo textil. El artista coruñés nos habla de un futuro sedimentado, de un territorio no diseñado para ser comprendido de inmediato.